
Nuevos héroes, mismas minorías.
El acenso y caída del blaxploitation.
Aunque se suele atribuir a Quentin Tarantino la reinvidicación del blaxploitation a través, sobre todo, de su interesante Jackie Brown (1997), lo cierto es que el mérito le corresponde a jóvenes directores afroamericanos como John Singleton, Mario Van Peebles o Ernest Dickerson, que antes que él rodaron films como Los chicos del barrio (Boyz N the Hood, 1991), que recuperaban con una perspectiva más moderna y, por qué no señalarlo, con un compromiso social y político mucho más profundo a los (anti)héroes de color, chulescos y violentos, inmersos en ambientes marginales y peligrosos, furiosos con la supremacía blanca, que la comunidad negra consumía vorazmente durante los años 70, para a través de ellos plasmar un clima de frustación y rabia largamente calladas ante el empeoramiento de las condiciones políticas y económicas que los afroamericanos siguen aguantando en los decadentes centros urbanos de la nación
Nada que ver con las sensaciones surgidas a partir de 1954, cuando el tribunal supremo presidido por Earl Warren emitía una sentencia contra la segregación racial, y que inició una época, que al

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