Nuevos héroes, mismas minorías (Capítulo 3)

Con mucho estilo

En la creación de este subgénero tiene mucho que ver la influencia de la obra literaria del afroamericano Chester Himes (1909-1984), ex convicto que, tras iniciar su carrera en la cárcel, se trasladó a París para huir de la tensión étnica de los Estados Unidos, consagrándose al escribir para la Editorial Gallimard novelas negras ambientadas en un Harlem duro, realista -donde estuvo viviendo varios años-, pero aún así con cierto aliento mítico, y en el que los personajes -usan especificamente estrategias de base colectiva, de heroísmo folclórico, para la defensa propia y la solidaridad contra las estructuras de poder intrusivas, dominantes, personificadas en los policías blancos-. Algo que se trasladó a la primera adaptación cinematográfica de una de las novelas, Algodón en Harlem 1970, mezcla de acción y comedia en la que, por primera vez, se ponía sobre la pantalla a unos protagonistas que hablaban, se movían y actuaban como los afroamericanos de la calle, mezclando la espectacularidad y la banalidad que luego caracterizará a la mayor parte del blaxploitation del cine hollywoodiense con un radical verismo étnico que salía beneficiado por contar, precisamente, con un director negro, el actor Ossie Davis.

Mucho más politizada y comprometida socialmente era la que se suele considerar la auténtica impulsora del subgénero, la independiente Sweet Sweetback's Baadasssss song (1971), que Melvin Van Peebles rodó con los beneficios de haber realizado la ácida comedia Watermelon Man (1970). Si en el film de Davis los héroes eran dos policías de color, en esta ocasión la apuesta se radicalizada al darle el protagonismo a un prostituto en perpetua huída del opresor blanco tras atacar a unos policías racistas para defender a un Pantera Negra.Más allá de sus limitadas aportaciones cinematográficas, lo interesante del film fue que, a diferencia lo que ocurría en el cine de Hollywood, su criminal protagonista salía indemne de todas sus aventuras, demostrando mayores recursos que sus perseguidores blancos, logrando finalmente alcanzar la frontera con México: la imagen del hombre negro rompiendo sus cadenas y corriendo hacia la libertad conecta a Sweetback con sus ancestros raciales, como lo hace el uso de la música gospel, el blues, el jazz y el coro de las secuencias finales del film. Van Peebles, aparte de escribir, producir, montar y dirigir su película, también escribió la banda sonora junto al grupo Earth, Wind & Fire, llevando al celuloide el tipo de música que los afroamericnos escuchaban.

No obstante, más alla del racismo positivo del que la película hace gala cara a su audiencia negra, parte de la herencia que deja Sweet Sweetback's... al subgénero que nos ocupa será un tremendo machismo, que no sólo provoca que la mayor virtud del héroe sea el gran estereotipo racial de la potencia sexual- de ahí que la película contenga escenas de sexo explícito... y según su autor, no fingido - , sino también que las mujeres de color estén retratadas a través de dos únicos estereotipos: o figuras maternas pasivas y serviciales, o diosas del sexo, lujuriosas y siempre dispuestas. El mensaje político del despertar de la conciencia racial de su héroe muestra, pues, tras su agresivo radicalismo, una ideología conservadurista, retrógrada, hacia otros conflictos sociales.

Aunque si hay una pelicula que, realmente, marcó de forma definitiva el estilo del blaxploitation, ésa es sin duda, Las noches rojas de Harlem (Shaft 1971), tímida reacción de Hollywood al notable éxito de Algodón en Harlem, en la que el fótografo Gordon Parks partió de los logros de su antecesora para añardirles un héroe lleno de estilo y atractivo sexual, interpretado por Richard Roundtree, con unas grandes capacidades físicas y unos agudos instintos barriobajeros que le valieron el título de James Bond negro. Atrás quedaba la agresividad política de Van Peebles, convertida gracias al guión de Ernest Tidyman, basado en su propia novela, en puro espectáculo palomitero aunque, eso sí lleno de referencias étnicas -su héroe rechazaba la integración racial, y no dudaba en lanzar pullas contra los blancos que le rodeaban que han permitido que se mantenga- a un nivel de experiencia icónico que es fácilmente reconocible e identificable a las masas negras, generalmente rechazadas a nivel materialista.

Aunque las dos grandess aportaciones del trabajo de Parks son la integración de su protagonista en el bullicio de la ciudad moderna, convirtiéndola en el hábitat natural donde mejor se desenvuelve, y la inolvidable banda sonora de Isaac Hayes, llena de un ritmo urbano, actual, marcado mediante el uso del efecto -wah-wah- de la guitarra eléctrica el sintetizador, la percusión o los instumentos de viento, lanzando una sonoridad entre el jazz, el funk y el soul estilo Stax records que marcó el estilo musical del cine de la década ...

Hasta aquí el artículo de hoy que como está puesto arriba es la tercera entrega