Y la ironía más gamberra, como en Victoria, intoxicante obertura a mayor gloria de un pasado majestuoso pero caduco. Minutos después, la melodiosa y antibélica Some mother´s son descartaba el militarismo de su antecesora Yes Sir, No Sir mientras que, en Australia, se anticipaba el largo viaje hacia el destino final de los protagonistas con un pasaje de alto voltaje instrumental. Shangri-La fotografiaba el hogareño refugio del ciudadano conformista, Brainwashed era potente música beat con sección de viento y guitarras lacerantes; y el tono neoclásico de She´s bought a hat like Princess Marina tenía su reflejo en la sincera nostalgia de Young and innocent days... Aunque algunos críticos detectaran una resabiada sátira del hombre de la calle, había en la ambigüedad del cronista ante las miserias del protagonista más compresión que crítica.
Contradictorio por naturaleza, Ray Davies ha repartido su fina ironía a diestro y siniestro, sin importarle en absoluto lo políticamente correcto, sino tensando sus límites en búsqueda de una libertad que se traduzca en cierta serenidad. Con sorna y piedad a partes iguales, ha retratado ambas orillas de la clase media: a quienes nacen pobres y están condenados a permanecer en el callejón sin salida de la canción, pero tanbién a quienes hacen ridícula vanidad de su condición pequeñoburguesa.
En esta crónica social donde realismo y escapismo a menudo se dan la mano, siempre perfectamente dosificada por un perceptivo y humorístico humanismo, encontró un lugar para los que no lo tienen, aquellos que, como feliz travestido de Lola, escapan a la norma. Ray Davies siempre se dividió a sí mismo moral, social y sexualmente para multiplicarse en los personajes de sus viñetas, porque intuyó que la existencia misma es un asunto complicado, que nadie es una cosa o la otra por designio del destino, sino que es el entorno el que nos moldea, la vida misma la que en su transcurso va marcando nuestras actitudes, nuestras ideas. Su inconfundible y al tiempo versátil voz tan humana y próxima en su tono nasal, tan necesitada de empatía como la del propio oyente, le permitió encarnar distintos personajes a veces en una misma canción, adoptar distintos puntos de vista.
Lo dijo Ken Emerson: Por un lado es un realista, un Balzac pop con un visión básicamente marxista de la sociedad que retrata, nadie en el rock ha sido tan consciente de la importancia del sistema de clases. Por otro, es un individualista romántico que detesta la gris uniformidad que una solución marxista impondría a los problemas sociales... (Continuará)
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