Siguimos en navidá, y nin fin del mundu nin ná de ná.
La siguiente entrada ye un testu extraído del llibro Dios y l'estao de M.Bakunin.
El gran mérito del cristianismo es
haber proclamado la humanidad de todos los seres humanos,
comprendidas entre ellos las mujeres, la igualdad de todos los
hombres ante la ley. Pero ¿Cómo la proclamó? En el cielo, para la
vida futura, no para la vida presente y real, no sobre la tierra. Por
otra parte, esa igualdad en el porvenir es también una mentira,
porque el número de los elegidos es excesivamente restringido, como
se sabe. Sobre ese punto, los teólogos de la sectas cristianas más
diferentes son unánimes. Por tanto la llamada igualdad cristiana
culmina en el más evidente privilegio, en el de algunos millares de
elegidos por la gracia de Dios sobre los millones de perjudicados.
Por lo demás, esa igualdad de todos ante Dios, aunque debería
realizarse para cada uno, no seria más que la igual nulidad y la
esclavitud igual de todos ante un amo supremo.
El fundamento del culto cristiano y la
primera condición de salvación, ¿No es la renunciación a la
dignidad humana y el desprecio de esa dignidad en presencia de la
grandeza divina?
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