Aqui va la tercera parte del articulo sobre los fabulosos The Kinks que lleva por titulo Soy un hombre del siglo veinte ....que no quiere estar aqui.
La desidia promocional qu esto motivó coartaba cualquier expectativa para lo que, en palabras de Ray, constituía -un gesto de despedida a The Kinks-.Ciertamente , tras este álbum y la marcha del bajista original Peter Quaife, ya nunca volverían a ser los mismos. La clara mejoría como escritor de Ray, cuya ambivalente nostalgia por una Inglaterra cuyos últimos brillos victorianos se desvanecían impregnaría esta nueva etapa, ya no era consteñida en viñetas hechas canción sino expresada articuladamente- por el efecto global de la música, más abierta a cromatismos ajenos al pop, tanto como por las letras mismas - a lo largo de todo un elepé que, invocando un mundo imaginario de obvio anclaje en lo real, enunciaba aquellas rancias cualidades que debian presevarse.
Cualidades que, la agobiada estrella pop que por aquella época era Ray Davies, refleja en la utopía de los apacibles refugios descritos en -Village green - o - Sitting by the riverside-, en la existencia bucólica que evocan - Animal arm- y la inmensa, emocionante-big sky-.
Musicalmente, se habia tratado el álbum como una experiencia unitaria, no una sucesión de temas inconexos .La trama estudiaba las relaciones entre una serie de personajes que viven , como hermanas y hermanos - no hay una sola canción de amor en el disco-, la agresion externa que amenaza con destruir su -mundo feliz-. La fluidez y prestancia de estos nuevos Kinks- aumentados por Nicky Hopkins a los teclados- impacta desde el fenomenal tema homónimo con que se alza el telón. La sensación tras la escucha es la de haber visitado ese lugar donde se honra -al pato Donald, el de vodevil y el teatro de variedades-, se cuidan -las viejas costumbres para que no se deterioren- y se invoca- Dios salve a los pequeños comercios, las tazas de porcelana y la virginidad-. No estaba precisamente en sintonia con lo proclamado por sus coetáneos, todas esas bandas empujadas a glosar las experiencias con drogas y el amor libre.
Internándonos en la reverdecida localidad asoman las miserias asociadas a la condición humana: la fragilidad de la fama desvelada en la inefable -Do you remember Walter?-, la obesesión por quedar fijados en un momento perenne de la agridulce -Picture book- o la final -People take pictures of each other-, la atenazante inseguridad personal enunciada por -All of my friends were there-.
continuara................
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